jueves, 1 de diciembre de 2011

DESPEDIDA 5.0

Hoy es 1 de diciembre. ¿Quién me habría dicho a mi hace un año, que tal día como hoy estaría aquí? Hace 365 días yo estaba viviendo en Córdoba y ahora voy en un tren camino de Baeza. Son las 16,55 de la tarde. Acabamos de parar en Villacañas, un pueblecito manchego, cercano a Almagro, lugar donde también tuve la suerte de vivir y compartir momentos con la gente que me tocó hacerlo.

Pero hoy, 365 días después, estoy de vuelta de otro lugar muy diferente, pero a la vez muy parecido; Trujillo.

La verdad es que no es la primera vez que vivo situaciones como las de hoy (despedidas, viajes de vuelta, hacer maletas, etc), y espero que no sea la última. Esto de viajar tanto y de conocer distintos lugares tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Claramente, lo malo es que nunca acabas de aclimatarte, de hacerte a la idea de estar en un sitio, de profundizar en el entorno, en la gente del lugar donde vives. Siempre eres un extraño que está de paso, como el turista que va a un lugar para unos días, con la diferencia de que tú vas para semanas o meses. Por otro lado, a uno siempre le hubiera gustado (y le sigue gustando) poder tener la oportunidad de poder trabajar en lo que le gusta en su tierra. En mi caso, por ahora, aun tengo la espinita clavada de trabajar un tiempo en el turismo en Baeza, porque creo que al turismo se le puede ayudar desde el más joven de los camareros o cualquier otro puesto hostelero hasta el político que se lleva las medallas por la gestión (pero en fin, eso es otro tema)

La cuestión es que hoy estoy aquí de nuevo, en la misma situación, distinto escenario, pero igual historia: trabajas en un sitio, te medio acostumbras, conoces el lugar, conoces gente, y cuando le estás "pillando el truco".... se acaba el contrato, haces la maleta y dejas atrás, a lo mejor para siempre, un luvgar que durante X tiempo ha sido tu casa. Y a eso viene este tema. A que es curioso como no nos damos cuenta de cómo nos acoplamos a un lugar y allí pasas los días, las semanas, trabajas, paseas, duermes, ríes, te cabreas, y sin darte cuenta, por mala que haya sido la experiencia, siempre, al final, algo de ti se queda en ese sitio y algo de ese sitio se va contigo. Y una vez más ha vuelto a suceder, me he llevado un trocito de ese "pueblino" cacereño y entre las calles, las plazas, las murallas y la Calle del Pavo, una parte de mi se ha quedado allí

Por un lado es una cabronada, hablando en plata, el no poder echar raíces en un lugar, pero en el fondo, no se por qué (o sí pero no quiero admitirlo), en todo este ir y venir laboral hay algo que engancha, que me gusta, y esa es la razón de por qué hoy, como antes, tengo ese sentimiento dulce y amargo de volver a mi casa, a la de verdad.

Como dicen por ahi: "Esta no quita otra", porque creo que engancharse a descubrir sitios, personas, vivencias es engancharse de alguna manera a la vida y aunque sea asentándome en un sitio más tarde o más temprano, de ahí no me quiero soltar


Hasta pronto Trujillo. Hasta pronto compañeros

1 de diciembre de 2011. 17:16 de la tarde. Tren con destino Jaén. Próxima parada, Cinco Casas


Dedicatoria "no triste" a Extremadura:


Extrema y Dura (Extremoduro)